lunes, 16 de diciembre de 2013
jueves, 12 de diciembre de 2013
Clásicos imperecederos...
Volvemos
para traeros una especial combinación que espero os llegue al corazón de la
misma forma que me ocurrió a mi. Al leer un libro nos adentramos en una
nueva realidad, en una dimensión que nos transportará y nos hará crecer como
lectores y como personas. Somos lo que leemos. Cada palabra, cada episodio se
aloja en lo más profundo de nuestra memoria y ya nunca más podremos deshacernos
de ello. Por ello, cuando acabamos un libro nos quedamos con una sensación a la
vez de vacío y de nostalgia.
Hoy
quiero compartir con vosotros mi última lectura, “Cinco horas con Mario”, un clásico
de Miguel Delibes que ningún amante de la literatura debe pasar por alto.
La
novela fue publicada en el año 1966 e incluida en la lista de las mejores 100 novelasen español escritas en el siglo XX publicada por “El Mundo”
Esquela de Mario |
La
historia transcurre durante el mismo año de publicación cuando Carmen Sotillo,
a los 44, pierde a su marido Mario de forma inesperada. Cuando ya se han
retirado las visitas, Carmen vela durante la última
noche el cadáver de su marido y establece un monólogo en el que descubre la
personalidad y los conflictos de su matrimonio.
Es una obra de un alto componente ideológico en
el que se aprecia sin necesidad de una competencia lectora especial una
apología de los emblemas políticos del momento: diálogo, reconciliación,
tolerancia y libertad.
El autor versa en Carmen todo su desprecio hacia
la situación del momento haciéndola poseedora de las costumbres y clichés del
momento.
Delibes nos demuestra varias de las facetas que
más le preocupaban de la sociedad, como es el tema de la corrupción e
incomunicación, temas que los trasciende hasta tal punto de compararlos con la
situación de España y de las actitudes de los españoles tras la Guerra Civil.
¿Con que maridar esta
maravillosa lectura? Pues esta vez combinamos la literatura de Delibes con un blanco
que nace el 1962 en el alto Penedès, Viñasol de Bodegas Torres. Caracterizado
por una uva blanca tradicional que le aporta el inconfundible aroma frutal y fresco.
Un clásico también que no tiene desperdicio.
Viñasol y mejillones |
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